el fin de la tristeza y del miedo,
ya no surcan los cielos los cuervos oscuros y tenebrosos
ya no late la herida en el pecho
no late siquiera el corazón.
entre nubes y tinieblas
yace la voz temida,
la pregunta mil veces negada
la respuesta tácita/explícita...
me niegan la entrada al cielo
y en la tierra soy apátrida confesa.
¿dónde sino han de morir mis pesadillas?
un lugar hallaré al final del túnel-laberinto
un bosque fantástico o el mar finito
el mar de mi niñez lejana
el mar que duerme entre mis manos.
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